HISTORIA MOROS DE CAPETA

La compañía Moros de Capeta, fundada en 1901, es la más antigua de nuestras fiestas. Empezó de la mano de Pere Pantaló, pasando después a manos de Jaime El Ràpid, quien llevó adelante la compañía durante más de veinticinco años. Posteriormente se hicieron cargo sus hijos Jaume y Gaspar El Rápido, hasta el año 1933 cuando varios miembros de la Compañía pasan a ser los responsables.

Como curiosidades, podemos destacar que en las fiestas de 1961, a causa del elevado número de festeros que hubo dentro de la misma compañía, se organizaron con los siguientes nombres: Moros de Capeta Verdes, Moros de Capeta Amarillos, Moros de Capeta Encarnados y Moros de Capeta Azules.

Desde el nacimiento de la compañía, se ha ostentado el cargo de Rey Moro en seis ocasiones. El año1965, John Rock fue el primer Rey Moro, un extranjero afincado en nuestra localidad; en 1972 Jaime El Ràpid ostentó el cargo; en 1981 fue Àlvaro Llinares, Àlvaro Tabaco; en 1992 Bartolomé Sellés, quien pertenecía a la peña El Chocolatero, que posteriormente se integró a la compañía; en 2002 Joaquín Mingot; y, por último, en 2013, Miguel Llorca.

Desde el nacimiento de la compañía, han sido muchos los cuarteles donde los capetes han celebrado sus fiestas, pero si hay que destacar alguno es, sin lugar a dudas, el del Cine Olimpia (D. León Marcos).

Los colores oficiales de los Moros de Capeta son el rojo, el verde y el amarillo para los trajes de batalla, mientras que se incorporan el moratón y el blanco para los trajes de actas oficiales.

Musicalmente, la compañía ha desfilado con varias marchas moras cómo Ximo o Voluntat de Fer, pero en 1998 el director Josep Cano Gracia va compondré la pieza musical Moros de *Capeta y a partir de este año la compañía desfila con esta marcha mora.

Las bandas de música que han formado parte de esta familia son: Montroy, Sella, Tàrbena, la SIM de Benigànim durando más de veinte años, y actualmente nos acompaña La Bona de Callosa d'en Sarrià.

Actualmente la compañía está compuesta por unas 100 personas, mayoritariamente gente joven.

Antes que nada, viva la Vila y viva santa Marta. Gaspar Esquerdo LLoret Representante de los Moros de Capeta


Mi historia como festero arranca en las fiestas de 1986, con dos añitos, cuando mis padres tomaron la magnífica y maravillosa decisión de incorporarme al mundo fiestero y a la incansable y eterna Peña 123; una pandilla de amigos muy humilde, pero a la vegada muy servicial y cuna otros muchos festeros de incalculable valor.

Fue aquel desfile moro de 1986, cuando mi madre quiso que salimos vestidos de piojosos en honor y homenaje a mi abuelo Jaume Lloret Sillas, el Florido, de la compañía Beduinos (una verdadera pena no haberlo conocido).

Como es comprensible, durante mis primeras fiestas, cuando llegaba cierta hora, mi yaya Bàrbara se ocupaba de mi descanso y de vestirme por la mañana siguiente. En aquellos años, éramos una buena cuadrilla de niños y, analizándolo ahora, no hacíamos una buena. Conservo grandes recuerdos bajo la higuera, emblema por excelencia de la 123. Recuerdo un mediodía que la peña estaba de pasacalles, mientras los niños y las madres almorzábamos, cuando de repente, entraron los *Marinos, eran una *caterva, y sin decir ni jota, desmontaron las barras y los *grifos para sacarlos al callejón, cañizos incluidos. Los niños, ignorantes de la vida, salimos a defender aquello que era nuestro sin ningún tipo de éxito, fue una ineficacia total. Eso sí, la burrera que llevaban era digna de admirar.

También guardo en la memoria aquellas reconquistas donde nuestros padres salían del cuartel disparando con el trabuco, por la calle Colon y Canalejas... Se echa de menos aquella fiesta, un verdadero aprendizaje diario del que representa ser un festero en Villajoyosa.
 
Nunca olvidaré tampoco mi primero Desembarco, compartiendo barca con la Peña la Porc, no podía pedir más, piel de gallina. Allí permanecí hasta las fiestas de 2004, cuando junto con cuatro o cinco amigachos más, decidimos dar el paso a una compañía grande. Y estaba claro que de ir a una compañía grande, teníamos que ir a los Moros de Capeta. Inmejorable elección. No fue nada difícil la adaptación esta compañía: buena gente, buena comida y buen beber. La otra mitad del grupo y quinta de amigos ya eran allí hacía bastantes años.

Como toda casa, se pasa por mejores y peores momentos, pero con orgullo podemos decir que hemos superado toda adversidad. Ilusión y ganas de trabajar por la compañía y por las fiestas de santa Marta, son los factores que nos hacen superarnos anualmente. Hay que decir que el grupo de trabajo es de manantial, de categoría; con familiaridad y puertas abiertas para todo aquel que quiera ser partícipe de las fiestas de la Vila. Gracias a todos ellos año tras año he vivido unas fiestas llenas, gratificantes, inolvidables, y hacen que mi acto preferido, el Desembarco, sea anualmente necesario.

Desde mi punto de vista, no tengo ninguna duda al afirmar que el Desembarco se la joya de las fiestas. Desde que salimos del cuartel, bajada por les Ribetes, Paseo Dr. Esquerdo, hasta llegar a la redonda del muelle donde formamos para entrar al puerto. Brutal. Esto es miel, pero miel de romero. El ratito que allí te bebes cinco latas de cerveza mientras esperas que suene tu compañía por el megáfono y embarcar. El nervioso, estar a bordo junto con toda mi gente, contemplar la Vila engalanada de moros y cristianos por la noche, precioso. Y el más importante: para hacer un buen Desembarco se tiene que blandar, blandar hasta que ya no puede más: “movimiento chicos, que venimos a hacer la guerra!”

Solos quienes realmente vive estas fiestas con pasión, sabe el que simbolizan en nuestra vida. Siempre en el coro y siempre en mente, nuestra fiesta patronal. Un sentimiento indescriptible que fácilmente te emociona cuando piensas en su llegada. Porque sí, porque somos de la Vila.

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